Las piñas, se llevan al palenque por animales, ya que los cultivos siempre se encuentran en pendiente.
Allí se someten a un proceso de cocción donde se ablandan y se prepararan para su posterior molido en las tahonas. El horno más común para cocer el agave es el de tierra, que consiste en hacer un hueco de forma cónica, donde se introduce madera seca (no resinosas) y se recubren con piedras volcánicas o de río. Se enciende el horno y una vez se calienta al rojo vivo, se introducen las piñas de agave.
Después, se cubre con sacos de yute o con palmas, y se entierra durante 72 horas. Una vez cocido y frio, el agave se muele en el molino de piedra persa, tirado por un caballo hasta que se transforma en una pasta fibrosa. Esta pasta, se introduce en las tinas de fermentación, elaboradas con maderas autóctonas de cada región, y se añade agua. Este liquido dulce y con notas ahumadas, se llama tepache, el cual se hace fermentar entre 6 y 15 días, según el clima y la altitud del palenque. Una vez fermentado el tepache, se lleva a destilar sin filtrar, como si fuera un orujo.
Usualmente, se destila en alambiques de cobre nunca de mas de 1000 litros de capacidad, o en las típicas ollas de barro tradicionales, mas pequeñas, de 200 - 150 litros de capacidad.
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